Fetiches capados
El último número de la revista El duende -el 101- está dedicado a los fetiches y en él aparece una entrevista que me hizo el otro día el comentarista de tebeos y sin embargo amigote Christian Osuna. Como no me avisó de la extensión final me ha acabado recortando un cojón mis respuestas. No es que en lo que aparece en la revista me haya cambiado demasiado el sentido de lo que digo -como tan a menudo suelen hacerme-, es que parece que hablo en clave y que en ocasiones respondo digresiones como si estuviera chalategui. Así que pego aquí la entrevista original tal cual para el que le apetezca leérsela:
• Mauro Entrialgo: guionista de cine, escritor teatral, artista, músico, editor, sobre todo autor de historieta, pero también un activo usuario de internet, las redes sociales y los instrumentales de comunicación online. Recientemente hemos encontrado ahí, en internet, una curiosa video-explicación promocional de los contenidos de tu último libro. Una recopilación de las historias de El Demonio Rojo titulada "Siga usted todo tieso". Pero ¿realmente tus lectores necesitan esta explicación?
Si queréis comparar, la versión capada puede leerse aquí.
Afortunadamente, por las reacciones recogidas en distintas redes, he podido comprobar que sí. Y digo afortunadamente porque eso confirma mi sospecha de que los lectores de mis tebeos no son un simple grupito de seguidores a ultranza que están completamente al día de todo lo que hago. Cualquier obra narrativa que quiere transcender el submundo del fandom necesita de un gran porcentaje de público más interesado en lo que cuenta que en quién la cuenta. En ferias de libro generalistas -como es obvio, no en ferias de cómics- hay lectores que se acercan al puesto en el que esté firmando ejemplares al reconocer en mi estilo de dibujo las historietas que les gustan, pero que luego confiesan no saber mi nombre. Eso me parece muy sano.
• En el úniverso de El demonio Rojo hay otro personaje –de quien se publicó una recopilación en 2003- Drugos el acumulador, a quien utilizas, por cierto, sin que aparezca de verdad, en el prólogo para explicar ahora sí a los que se han comprado el tomo o los que hojean antes de comprarlo. En realidad este es el personaje que nos viene al pelo para este número de El Duende. Drugos es un coleccionista compulsivo, un acumulador de objetos, ¿es un fetichista tambien?
La recolección de objetos que cumplan ciertas características es un juego que se denomina coleccionismo. Como cualquier otra afición cuya finalidad no sea declaradamente práctica, el hecho de gastar tiempo y dinero en objetos que el entorno social no considera prioritarios resulta sospechoso para el ciudadano corriente que gasta su tiempo y dinero en aquello que los medios le han dicho que debe gastárselo. Por eso se tiende a estigmatizar a los coleccionistas tachándolos de enfermos. Pero en realidad, los coleccionistas morbosos, aquellos cuya afición se ha convertido en obsesión y fetichismo no son demasiado habituales.
Drugos no es un coleccionista porque no recolecta objetos como simple juego. Drugos, como su propio sobrenombre indica, es un acumulador. Una persona que ante la incapacidad humana de aprehender el tiempo, obtiene un consuelo en la acumulación de objetos que para él contienen historias personales y fragmentos de tiempos pasados. En ese sentido, su querencia por los objetos tiene cierta relación con la del fetichista que otorga siempre al fetiche mayor significado que el material. Pero difiere con él en que es consciente de este proceso mental: sabe que lo importante para él es el recuerdo, no el objeto en sí.
• Se puede establecer la teoría de que los diferentes personajes del universo Entrialgo, son una forma de poner tus ideas, tus vivencias, las cosas que te han pasado o que te han contado sobre el papel. Vale! Pero dejemos el tema de si te escondes detrás de tus personajes. O mejor centrémonos en uno de ellos que si parece un claro reflejo de tu condición de coleccionista…
En mi caso he acumulado objetos en determinados casos por la misma razón que Drugos, es cierto. Pero también acumulé durante mucho tiempo libros, discos, tebeos, fotografías y demás por una razón documental que, dada mi ocupación profesional de contador de historias siempre me ha resultado muy útil. Pero desde la creación de internet tengo poquísimo apego por toda aquel material que aporte información fácil de conseguir en la red. Lo cual creo que evidencia que si tengo alguna obsesión, creo que es más la información que los objetos. Los bytes antes que los átomos, en suma.
• Y como coleccionista, ¿puedes separar aquello que coleccionas de aquello que es un fetiche para ti, algo a lo que profeses verdadera admiración?
Insisto que coleccionar es un juego. Si llevas jugando una partida de ajedrez desde hace quince años y viene alguien
y te tira el tablero por la ventana te producirá una irritación. La misma que me producirá a mí que me destrocen mi colección de dispensadores de caramelos PEZ. Pero en el fondo sé que no me va la vida en ello. No tengo ningún objeto que produzca tanta admiración como para que sea un fetiche para mí. Si mi casa empezara a quemarse no tengo duda alguna de que salvaría antes mi copia de seguridad de todo mi trabajo de años que cualquier otra cosa. Bytes por encima de átomos, de nuevo. O preferencia vital por el tiempo (el que me llevó crear todas esas historias) antes que por el espacio, si prefieres.
En realidad, una de las más importantes diferencias entre el ilustrador y el pintor es que la razón de ser del trabajo del primero es la difusión a través de la reproducción mientras que el del segundo se basa en intentar inculcar en los posibles compradores la idea fetichista de que el original es superior a la obra reproducida. Por motivos económicos se intentan inculcar aguantando la risa incluso en estos tiempos en los que un plotter exactamente igual a su reproducción es a veces la supuesta obra original. Por eso, encontrarás siempre más fetichistas entre pintores y artistas no conceptuales que en ilustradores, fotógrafos o dibujantes de tebeos. Porque se han creído su propio rollo.
• En la música, como aficionado, como melómano, como coleccionista de discos de vinilo o cd’s.
Actualmente, el 95% de la música que escucho es vía Itunes o Spotify. Mi colección de vinilos es una especie de anacrónico museíto de obra gráfica y juguete reproductor de algunas canciones que de momento no puedo escuchar por las vías mencionadas (hasta que un día me dé por volcarla). Poco más. No me he deshecho de él por las razones del acumulador que comentaba antes, pero el museo no crece también por eso mismo: porque no soy coleccionista de formatos contenedores de música.
• En la música, como músico, por ejemplo, ¿una guitarra que tuviste?
Mis guitarras preferidas son las dos que conservo ahora: una Stratocaster americana del 94 y una Italia Mondial roja. No conservo las anteriores (imitaciones de Gibson Les Paul en su mayoría) principalmente porque eran una puta mierda.
• De los tebeos, que también coleccionas, algun autor, alguna obra que suponga para ti una verdadera fuente de inspiración o quizá únicamente de placer lector.
Mi autor de historietas preferido de estos últimos años es Bill Griffith pero me daría un patatús si tuviera que ponerme a imitar en alguna forma su abigarrado estilo de delgadísimos trazos de plumilla o su abigarrada prosa surrealista. Y, efectivamente, lo aprecio como lector. Como autor procuro que mi fuente de inspiración preferente sea siempre la realidad.
• De tu colección de dispensadores de caramelos pez incluso se ha producido un documental, muy independiente, de bajo presupuesto. Habla de esta colección, por favor. Si esto no es un fetiche para ti ¿qué puede serlo?
Los dispensadores PEZ y los muñecos de personajes mascotas de productos comerciales son los dos tipos de objetos que sí que admito que colecciono. Es decir: que los compro porque reúnen unas condiciones concretas que me he autoimpuesto como regla de un juego que me divierte y entretiene. En el caso de los dispensadores, me interesan porque son baratos, su búsqueda anima a conocer mejor las ciudades que se visitan, tienen un diseño rotundo que ha conseguido convertirse en un clásico y se basan en la licencia de personajes de cultura popular que es un tema que siempre me ha gustado.
El minidocumental consiste básicamente en extenderme sobre lo que te acabo de contar ahora, pero ilustrado con bonitas y coloristas imágenes de mi colección, con lo que si todavía queda algún lector interesado en mis consideraciones personales sobre el acto de coleccionar allí encontrará todavía más. Creo que tras recorrer varios festivales, Ricardo Mena e Ignacio Cartón, que son sus autores, han decidido subirlo a internet para que pueda ser visto de forma gratuita por cualquiera.